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Valquiria

El cáncer es una enfermedad en la cual el organismo produce un exceso de células malignas con comportamiento y crecimiento descontrolado. El organismo no es el mal, las células lo son. Alemania no era el problema, los nazis lo eran. Esta visión histórica es clara hoy pero en aquellos días oscuros, sólo un puñado de hombres pudo apreciarla. Esta historia y sus consecuencias, está narrada en Valquiria.

El 20 de julio de 1944 un hecho estuvo a punto de cambiar la historia del mundo; una conspiración logró acercarse lo suficientemente a Hitler como para poner una bomba a escasos metros de él, incluso logró activarla. Es obvio que una suerte de destino maldito impidió que aquel día, el Führer muriera, ocasionando en su lugar, cientos de aprehensiones y asesinatos a causa del atentado, incluyendo la de Von Stauffenberg, el hombre que plantó la bomba.

Valquiria no es pues una historia nueva, está basada en hechos reales y conocidos, por lo que la fuerza de la cinta está apuntalada en conocer el tejido y móviles de la conspiración misma, en los motivos de la rebeldía y la fe de unos cuantos hombres, muchos encajados en de los más altos círculos del poder alemán, hombres decididos a enfrentar el curso de la historia… y aún si no lo lograban, hacerle entender al mundo que no todos los alemanes estaban de acuerdo con Hitler. En este sentido, Stauffenberg, interpretado por Tom Cruise, enuncia una frase lapidaria: Puedes servir al Führer o a Alemania, no a los dos.

Bryan Singer («The Usual Suspects») logra un filme poderoso, dramático, histórico, haciéndolo por supuesto gracias a la buena manufactura de sus detalles y a la intensa actuación de Tom Cruise esencialmente pero también de Kenneth Branagh y Tom Wilkinson, cuyo tiempo en pantalla es reducido, pero brutalmente intenso. El primero en el rol de un general que intenta asesinar al Führer con una bomba que, tras fallar, debe recuperar sin que nadie lo note; el segundo, como un hábil e inescrupuloso General alemán que, aún sabiendo del complot, decide mantenerse indiferente ante él, para al final del día, decidir qué partido tomar.

Históricamente, el plan Valkiria había sido ideado por los nazis para mantener el control del Reich en manos del Führer, en caso de que la seguridad y estabilidad del régimen se viera comprometida por un levantamiento. En una situación así, las reservas del ejército deberían someter cualquier tipo de revuelta. Irónicamente, Stauffenberg y sus compañeros planeaban utilizar este plan, asesinando a Hitler y haciendo circular la noticia de que la SS había dado un golpe de estado; en ese momento, el Plan Valquiria sería convocado haciendo que el ejercito sometiera a la SS, entregando el control del nuevo gobierno a los rebeldes, insertados y encubiertos obviamente, en los estratos más altos de la cúpula alemana; acto seguido, estos, como nuevos representantes de Alemania, pactarían el fin de la guerra con los aliados, quienes ya habían desembarcado en Normandía. Irónicamente el plan que Hitler había pensado para perpetrarlo, pudo haber sido aquel que lo destituyera… la fatalidad se negó a que así sucediera.

El Caso de Valquiria como cinta es muy interesante pues a pesar de que todos sabemos el desenlace, la realización logra mantenernos pegados a la butaca pidiendo de forma imposible que el complot funcione y dejándonos al final con un montón de «Y si…»

Esa es la magia del cine y en especial de esta realización, el creer por un breve momento, mientras miramos las escenas, que el derrotero de la historia puede ser diferente, que Hitler puede ser asesinado y que la guerra puede ser detenida sin las consecuencias fatales que aún tuvieron que suceder durante casi un año después; y cuando se encienden las luces y recordamos que no fue así, es cuando decimos: ¡Qué buena película!

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