Alicia en el país de las Maravillas: Crítica

El Sombrero Loco pregunta:
– ¿Me he vuelto loco?
Alicia finge tomarle la temperatura de su frente y luego contesta:
– Temo que sí. Estás completamente loco. Pero te diré un secreto. Las mejores personas lo están.

Y es que hay que tener algunos tornillos flojos para ir a ver esta cinta y salir satisfecho, entendido y alegre. No se trata de una película fácil… de hecho, pocas del mago Tim Burton lo son; sin embargo detrás de la locura y su colorida extravagancia hay un encanto que sólo los locos podrán apreciar.

Estoy seguro que casi todos encontramos la versión original de Alicia como un cuento estrafalario y no apto para niños; pues bien, esta nueva realización no es un remake, sino una segunda parte, que definitivamente coadyuva a darle forma a su antecesora; una historia donde la pequeña niña, ahora ya una bella joven, regresa a ese mundo fantástico que desde su partida ha sido invadido por la reina roja y con ello ha caído en una triste desgracia de la cual sólo ella, la chica de caireles, puede rescatar. El argumento de esta segunda parte comienza con fuerza y acidez pero poco a poco resbala ahcie el cliché, acentuándose en su final, sin embargo también hay que mencionar que éste no es el fuerte de la cinta, sino su espectacular bestiario y el impresioannte paisaje, diseñado por Robert Stromberg quien también trabajara en Avatar.

Visualmente el filme es una fiesta, rescatando el oscuro estilo Burtoniano pero asaltado ahora por la rebeldía del color en una dirección de arte realmente preciosista. En este contexto, la realización brillantemente hace justicia a las creaciones de Lewis Carroll, autor del cuento original.

En cuanto a las actuaciones, Johnny Depp vuelve a maravillar, entregando un Sombrero completamente desquiciado pero con toneladas de carisma, un personaje atormentado y traumatizado pero a la vez arrojado y apasionado. Un rol que sólo el camaleón Depp era capaz de lograr, entregando una de las creaciones más bizarras y deliciosas que haya forjado.

Completan el cuadro Helena Bonham Carter, como la cruel Reina Roja; Anne Hathaway como su contraparte y hermana, la Reina Blanca, en una caracterización de lo más extraña y sui generis y, finalmente, la menudita pero sensual, Mia Wasikowska como Alicia, en una actuación aceptable para ser su primer trabajo de gran envergadura. Como toque adicional, la voz de Alan Rickman en el cuerpo de la oruga es absolutamente inspiradora.

Alice in Wonderland, título original de la cinta, es una realización muy personal de Burton; se respira, se mira y se siente como uno de los productos más refinados de su demente pero genial creatividad, y por lo mismo, no será del gusto de todos; no obstante, para los fans del director, la cinta en ningún momento desmerece, salvo, como ya se mencionó, en su precipitado y trillado desenlace; pareciera que hacia el final, se le acabo el ácido; no obstante, no por ello dejaría de volver a apreciarla, aunque sea sólo para tener ese «viaje» colorido y enervante que nos entrega escena tras escena.

Hasta aquí esta maravillosa columna, que hoy desaparece dejando en el aire, sólo una sonrisa.

Nos videamos.