Debo decir que sólo los norteamericanos saben exactamente lo que Nixon significó para su país; no obstante, a pesar de leer un poco sobre el personaje, el incidente de Watergate, el marco circunstancial y sobre todo, después de ver la película, me cuesta trabajo decidir quien fue más nocivo para Estados Unidos, si Nixon… o Bush.
La cinta es un brillante tour de force donde, a pesar de no haber un gramo de acción, la tensión se respira en cada escena; y es que el argumento, inspirado en la entrevista de David Frost a Richard Nixon es tan estresante como la vida misma.
¿Alguna vez han apostado todo a una idea?, ¿A un proyecto, pensando que todo saldría bien? En la cinta, David Frost, un auto exiliado conductor de Talk Shows, consigue una entrevista histórica que, aparentemente, debería resultar una mina de oro al ser un producto de fuerte demanda; después de todo, cuántos logran interrogar al único presidente norteamericano expulsado de la Casa Blanca.
Para sorpresa de Frost, las grandes cadenas televisivas y las poderosas marcas norteamericanas no están dispuestas a invertir un sólo centavo en su proyecto, viéndose obligado a autofinanciarse. Por si fuera poco, el entrevistado resulta ser un brillante político con un perfecto manejo del discurso por lo que lo que debiera ser una entrevista inquisitoria de cuatro días, donde el villano confesara sus crímenes, desastrosamente comienza a convertirse en un ejercicio adulador del presidente más corrupto que haya pisado Washington.
Para estar un poco en contexto hay que decir que los escándalos del Watergate ocurridos durante la presidencia de Richard Nixon, acabaron con la imputación de algunos consejeros muy cercanos y con su propia dimisión. Los escándalos comenzaron con el arresto de cinco hombres por el allanamiento de la sede del Comité Demócrata Nacional en el complejo de oficinas Watergate, en Washington. Las investigaciones del FBI, el Comité de Watergate en el Senado y la prensa revelaron que este robo fue sólo una de las múltiples actividades ilegales autorizadas y ejecutadas por el equipo de Nixon. También revelaron el enorme alcance de los crímenes y abusos, que incluían fraude en la campaña, espionaje político y sabotaje, intrusiones ilegales, auditorías de impuestos falsas, escuchas ilegales a gran escala, y un fondo secreto en México para pagar a quienes realizaban estas operaciones.
Si bien la cinta está narrada desde la óptica de Frost, hay que señalar que la verdadera estrella es Nixon o debiera decir Frank Langella, quien entrega una impresionante interpretación del hombre de Watergate; y me refiero no sólo al lado que todo el mundo vió en aquellos años, a la parte política, a su retórica persuasiva y a sus puntos duros; no, me refiero también a a su aspecto antropológico, a su carácter y temperamento, a su enojo con la vida, consigo mismo, con el sistema; me refiero al abatimiento y la amargura escondida tras el penoso incidente que puso fin a su carrera; me refiero, por supuesto, al lado humano de alguien a quien la historia sólo ve a través de un cristal de ignominia. Ese lado humano tan excelsamente interpretado por Langella es el que, retomando mi comentario incial, hace ver a Nixon mucho menos nocivo que el mismo Bush.
Es difícil saber cuánto de la cinta es ficción, cuánto de la relación entrevistador-entrevistado ocurrió realmente, sin embargo se entiende que se trata de un biopic y por tanto debe ser dramatizado, lo que Ron Howard, director, logra impecablemente.
Frost/Nixon está nominada a cinco premios Oscar y me atrevo a decir que es muy probable que no gane ninguno porque el aspecto comercial del filme es limitado, pero ello no le quita la grandeza ni el mérito de ser una de las cinco mejores cintas del 2008.Si usted es amante de la historia, de la política o simplemente quiere saber la verdad que durante tantos annos se calló, ésta es la opción.