Más difícil que pelear con Victor Von Doom es escribir esta reseña. Pongámoslo en estos términos: habrá dos tipos de comentarios para la cinta, los de los fans de un comic de culto y los del público en general. Para los primeros será una absoluta ignominia, para los segundos, divertido entretenimiento; lo fantástico es que ambos tendrán razón.
Siglo XII. Jerusalem -El Reino de los Cielos- es controlada por los Cristianos, y la frágil frontera entre paz y guerra con los árabes está en manos de un Rey leproso y un grupo de caballeros y nobles que tienen ideas encontradas: mientras que unos quieren la guerra sin cuartel contra los no-convertidos, otros quieren la paz y convivencia entre religiones y culturas. Los árabes no lo tienen más fácil: la promesa de recuperar la Ciudad Santa pesa en los hombros de sus líderes, y los ejércitos están listos para cualquier ataque. Las Cruzadas en pleno y, en medio, una historia que nos acerca a este mundo lejano pero vigente, de odio, sinrazón y guerras bajo la excusa de Dios como factor determinante. El Reino de los Cielos tiene problemas humanos. Muchos problemas.
Desde el primer teaser trailer, aquel donde la pequeña ardilla prehistórica se encargaba de crear una avalancha impresionante con una simple bellota, se veía que el proyecto animado 3D de la Fox era algo importante, no sólo por la cuestión de la nueva categoría de la Academia (el Oscar a la Mejor Cinta de Animación) sino por quitarse esa espinita asociada al éxito pobre en el campo animado (hablo del bajo éxito comercial de un Titán A.E. o una Anastasia)…